Al cumplirse un año de la sanción de la Ley 27.610 de Legalización del aborto en la Argentina, sancionada en plena pandemia el pasado 30 de diciembre de 2020, y como lo hicimos en su oportunidad, manifestamos nuestro más profundo rechazo a esta ley que habilitó la libre práctica legal del aborto a los más vulnerables: los niños por nacer.
La cifra que proporciona el Ministerio de Salud de la Nación es de 32.758 abortos en este año de vigencia de la ley.
Además, la Cartera de Salud informó que se distribuyeron 46.263 “tratamientos” de misoprostol, droga para realizar abortos. Si bien los números son de una magnitud que impresiona, cuando pensamos que se trata de vidas humanas inocentes a quienes se les impidió ejercer el derecho de nacer, no hemos escuchado ninguna palabra acerca de la diferencia abrumadora con aquellas estimaciones falsas que aseguraban varias instituciones y algunos promotores de la legalización del aborto, que hablaban de entre 450.000 y 500.000 abortos clandestinos, falacia que queda expuesta como una de las estrategias de la campaña promotora, similar a otros países, tal como lo advertimos en su momento. A pesar de todo, la cifra real nos duele. Nos entristece la frialdad como se dan los números. Como si fuera poco, pareciera además que se festejan, -con actos en el Congreso de todos los argentinos- cuando siempre se nos dijo que nadie quería que se realizaran esos abortos.
Aun así, las víctimas del aborto son muchas más, porque los números fríos del Ministerio no contemplan a todas las mismas mujeres que se practicaron esos abortos, expuestas al trauma post-aborto, con consecuencias psíquicas, emocionales e incluso físicas, algunas irreparables. Tampoco cuenta a los hombres que perdieron a sus hijos y a los que no se los escuchó cuando quisieron salvarlos.
Cabe destacar, que cumple también un año de sanción la ley 27.611, llamada de los Mil Días que surgió como una “alternativa” para cuidar la vida de los recién nacidos. Esa ley que tiene como objetivo fortalecer el cuidado integral de la salud y la vida de las mujeres y de los niños en la primera infancia, si bien fue reglamentada, no ha sido puesta en práctica en su totalidad a nivel nacional ni en las provincias. Tampoco se destinan recursos para promocionarla o enseñarla, ni para evitar embarazos indeseados.
A pesar de ello, las iglesias evangélicas no se quedan de brazos cruzados, sino que siguen trabajando en sus más de 220 centros de atención a la mujer con embarazos vulnerables distribuidos en todo el país, acompañando, conteniendo, brindando asistencia, y sobre todo respetando la libre voluntad de las mujeres que anhelan a pesar de todo seguir adelante con su embarazo.
Un año después, esta ley solo deja el sabor amargo de la legalización de una práctica que lleva a la muerte a miles de seres humanos, víctimas de la indefensión del Estado, y que además destina grandes recursos a promocionarlo.
Desde ACIERA creemos que el aborto, legal o ilegal, sigue siendo una tragedia, que debemos luchar de todas las formas posibles para evitar en la sociedad, extendiendo el cuidado y el amor sin distinción a quienes más lo necesitan: mujeres, hombres y sobre todo los indefensos niños por nacer.
Consejo Directivo Nacional de ACIERA, 30 de diciembre de 2021.
“Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían
mis partes en la oscuridad de la matriz.” Salmo 139:15 NTV