Si bien la partida de un familiar nos cubre con un manto de tristeza y dolor, también es muy cierto que en los cielos se abren las grandes puertas y dejan entrar a aquellos que en vida han sabido cumplir con la voluntad de Dios.
Tal es el caso de nuestra hermana Teresa Silvoso, quien con 93 años, el 21 de diciembre de 2016 se nos adelantara y fuera a ocupar aquel lugar que Jesús prometió que nos prepararía, pues “en la casa de mi padre, muchas moradas hay”.
Teresa ha sido una incansable evangelizadora y discipuladora, muy reconocida por su labor ministerial y su testimonio intachable dentro de la Unión de las Asambleas de Dios. En 2015, recibió una mención especial de parte de ACIERA por la fecunda labor que desarrolló en su vida en pro de la propagación del evangelio.
Desde ACIERA, honramos su memoria y compartimos el dolor de sus seres queridos.
Está con Jesús
También, el 15 de diciembre y por una deficiencia cardiológica, Nélida Cañas de Lavini, madre de nuestro compañero de tareas de ACIERA, Rubén Lavini, fue promovida a las moradas celestes y ya descansa con el Señor.
Para los que tuvimos la alegría de conocerle, nos queda el hermoso recuerdo de su mirada dulce y su celo ejemplar por extender el Reino de Dios en esta tierra.
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